sábado, 13 de octubre de 2012

ignacio comonfort


Ignacio Comonfort
residente de la República. Originario de un pueblo del sur del estado de Puebla. En esa capital hizo sus estudios; en ella desempeñó puestos subalternos. En 1847 fungió como ayudante del ejército durante toda la campaña del Valle. Administrador de la Aduana de Acapulco en 1854, es cesado por Santa Anna.



IGNACIO COMONFORT (1812-1863)
IGNACIO COMONFORT 
(1812-1863)


A Comonfort se le considera –junto con el "Patriarca del sur", el general Álvarez– como el principal promotor del plan proclamado en Ayutla, y que se reformó en Acapulco el 11 de marzo de 1854. Iniciada la Revolución y cuando Santa Anna quiso tomar el puerto, Comonfort se encierra en el Castillo de San Diego hasta la retirada de las fuerzas gobiernistas. Se embarca para San Francisco, California, donde no pudo conseguir recursos. De allí pasó a Nueva York; y en esa ciudad conoce a Gregorio Ajuria, quien le prestó sesenta mil pesos, parte en dinero y parte en armas, estipulando que recibiría doscientos cincuenta mil pesos si la Revolución triunfaba (a su triunfo, Ajuria fue pagado, y arrendó la Casa de Moneda de México).

Comonfort regresó a Acapulco el 7 de diciembre de 1854 con algunos recursos, pasando después a Michoacán, con el carácter de general en jefe de las tropas de aquel estado, desde donde se internó en Jalisco para tomar la plaza de Zapotlán, y después, sin resistencia, la de Colima. En octubre de 1855 el general Álvarez, jefe de la Revolución, le nombra ministro de Guerra (10 de octubre-10 de diciembre de 1855), y con ese cargo llega a la capital de la República.

El 11 de diciembre del mismo año es electo presidente sustituto, y el 1º de diciembre de 1857 presta juramento como presidente constitucional. El 11 de diciembre de 1857 disuelve el Congreso, deja la presidencia el 21 de enero de 1858 y parte a Veracruz, en donde se embarca a Estados Unidos. En su administración sofocó la revolución de Zacapoaxtla. Todas las tropas de que podía disponer el gobierno le abandonaron y, mientras los pronunciados, a cuya cabeza estaba Antonio de Haro y Tamariz, su antiguo condiscípulo, se posesionaron de Puebla. Comonfort recluta nuevas tropas, les da armas, las instruye y en marzo de 1856 se halla en Puebla, con cerca de 16 mil hombres.

Durante el mandato de Comonfort, Miguel Lerdo de Tejada. ministro de Hacienda, promulga la Ley sobre la Desamortización de Bienes de Manos Muertas del 25 de junio de 1856, continuando la reforma civil. Combatido por progresistas y conservadores, y después de jurar la Constitución de 1857, Comonfort da el golpe de Estado que le conduce al exilio, en donde vivió todo el tiempo de la Guerra de Reforma. 

En 1861 la guerra civil de los Estados Unidos lo hace regresar a México y pedir asilo a Santiago Vidaurri, entonces gobernador de Nuevo León. Benito Juárez, al enterarse de su regreso, por conducto del Ministerio de Gobernación, pide la entrega de Comonfort para procesarlo, a lo que no accede Vidaurri. El 16 de octubre de 1863 Comonfort es nombrado general en jefe del ejército que se trataba de reorganizar para resistir la Intervención. El 8 de noviembre salió de Querétaro para San Luis Potosí en compañía de algunos oficiales; el 13 del mismo mes, camino de Celaya, fueron atacados por una guerrilla al mando de Sebastián Aguirre. Al día siguiente el cadáver de Comonfort fue conducido a Chamacuero.
Mensaje por Mictian el 7/4/2011, 3:17 am
José Ignacio Gregorio Comonfort de los Ríos 

(Amozoc, Puebla; 12 de marzo de 1812 - Chamacuero, Guanajuato; 13 de noviembre de 1863) fue un político y militar mexicano, Presidente de México entre 1855 y 1858.
Por la estrechez económica de su familia dejó sus estudios de derecho en el Colegio Carolino (hoy Universidad Autónoma de Puebla). En 1832 se alistó en el ejército al lado de Santa Anna para luchar contra el gobierno dictatorial de Anastasio Bustamante. Fue nombrado comandante militar de Tlapa, en el actual estado de Guerrero. Fue diputado al Congreso en 1842-1846 y combatió en el Valle de México en la guerra contra Estados Unidos, en 1847. Fue nuevamente diputado al Congreso en 1848 y senador hasta 1851. En 1853 fue nombrado administrador de la Aduana de Acapulco.
Junto con Juan N. Álvarez, condujo la revolución contra Santa Anna en una campaña por el sur y resistió el asedio sobre Acapulco. Luego marchó a Estados Unidos, donde obtuvo recursos de un particular para continuar la guerra.
Santa Anna, al ver lo incontenible de la revolución y que ésta se extendía por todas partes, abandonó el país el 9 de agosto de 1855 y el general Juan N. Álvarez asumió la presidencia, nombrando al general Comonfort ministro de Guerra. Como Álvarez renunció a la presidencia, el general Comonfort quedó como presidente interino.
Su administración fue el preludio de la Guerra de Reforma. El 5 de febrero de 1857 había sido promulgada la nueva Constitución, que contenía disposiciones agresivas contra las posesiones y privilegios de la Iglesia Católica. En el mes siguiente, la Iglesia amenazó con excomunión a todos aquellos individuos que la juraran, pero hacerlo era obligatorio para los militares y los miembros del gobierno. Los problemas no se hicieron esperar.
Se hicieron elecciones y el general Comonfort resultó electo presidente de la República el 1 de diciembre; en ese momento el presidente de la Suprema Corte de Justicia era Benito Juárez.
Con su ánimo conciliador, Comonfort quiso organizar un gabinete mixto —de liberales y conservadores— que se convirtió en una caja de Pandora. De ese modo el 17 de diciembre el general Félix María Zuloaga, con apoyo del propio presidente Comonfort, proclamó el Plan de Tacubaya, por el cual desconocía la Constitución. Al adherirse al plan y desconocer así la constitución que había jurado meses atrás, podría decirse que Comonfort dio un autogolpe de estado.
Zuloaga, con apoyo de las tropas de la Ciudadela, tomó control de la capital el 17 de diciembre de 1857 sin disparar un tiro. Pareció que la revolución había triunfado, pero no tardaron los ánimos en caldearse y las fuerzas en conflicto (radicales y conservadores) empezaron a velar sus armas y criticar, tanto los unos como los otros, al presidente golpista. Comonfort tomó así poderes extraordinarios, lo cual exacerbó los ánimos de ambas fuerzas: ya era repudiado por los liberales y abandonado por los conservadores.
El 11 de enero de 1858, el mismo Zuloaga regresó sobre sus pasos y demandó que se abandonara el Plan de Tacubaya. Algunos de los inconformes apoyaban al presidente Comonfort; otros al general Zuloaga, y ese mismo día hubo incluso pronunciamientos a favor de que regresara el desterrado dictador Santa Anna. El presidente Comonfort fue depuesto como presidente, y rápidamente partió a Estados Unidos.
Benito Juárez, presidente de la Suprema Corte de Justicia, asumió el poder el 15 de enero como presidente interino, según mandaba la Constitución. Así comenzó la Guerra de Reforma.
En 1863, Juárez aceptó su ofrecimiento de incorporarse a la lucha contra los invasores franceses y Comonfort regresó al país nombrándosele comandante del llamado Ejército del Centro.
El día 8 de mayo de 1863 el Ejército del Centro fue derrotado por el ejército francés en la Batalla de San Lorenzo (México), obligando a sus divisiones a replegarse hacia Tlaxcala.
Comonfort se hizo cargo de proteger Santiago de Querétaro, pero un día, de camino a Celaya, fue atacado por una horda de bandidos en Chamácuaro. Fue herido de muerte el 13 de noviembre de 1863, y murió mientras era trasladado a Celaya.

ze> � p ; �0 ��) ly:"Arial","sans-serif"; color:black;mso-ansi-language:ES-MX;mso-fareast-language:ES-MX'>Sostuvo frecuentemente a su tropa con sus propios recursos; logró despertar la iniciativa privada para la defensa de las localidades en campañas locales y foráneas; se preocupó para la educación y valorización de las hazañas de sus soldados.
x
Virrey Félix María Calleja del Rey.
En 1816 fue retirado del Bajío después de que el virrey le ordenara responder a varios cargos que incluían el uso del mando para crear monopolios comerciales, saquear propiedad privada y malversar fondos.
Las quejas, sin embargo, provenían de simpatizantes de la insurgencia.
Al año siguiente fue absuelto de todos los cargos gracias al apoyo del auditor de guerra, Miguel Bataller.
Distinguido e inescrupuloso
Agustín de Iturbide era una persona de muy buen porte, buen jinete, un hombre valiente y de modales distinguidos. Simultáneamente,  era una persona sin escrúpulos, frío, ciego al actuar, casi un intolerable dictador que –según algunos-  odiaba a los insurgentes.
Pese a haber sido destituido del mando militar, y quizás por sus actitudes déspotas, crueles y despiadadas se le consideró apropiado para dirigir las fuerzas militares en 1821, cuando los conspiradores deLa Profesa se pusieron de acuerdo para separar a la Nueva España de la metrópoli (la ciudad de México) y ofrecerle el trono a Fernando VII para que gobernase México en forma absolutista.
Se necesitaban un buen contingente militar, un buen ejército, bajo las órdenes de un jefe de prestigio, por lo que el virrey Juan Ruiz de Apodaca no vaciló en proponer a Iturbide, lo cual fue inmediatamente aceptado por los conjurados.
De esta manera, con treinta y siete años, fue nombrado comandante general del Sur y se le encomendó la tarea de sofocar los restos de la insurrección.
x
Vicente Guerrero.
Vicente Guerrero, antiguo lugarteniente de Morelos, era el único que continuaba en la lucha que había iniciado el cura Hidalgo.
Si bien el plan de los conjurados de La Profesa pretendía independizar a México y entregárselo a Fernando VII, el análisis de algunos historiadores concluye que Iturbide tenía su propio plan.  
Según esta tesis, Iturbide era muy astuto y quería sacar provecho de todo lo que se le presentase. Si antes estuvo con los realistas, bien podía estar ahora con los insurgentes independentistas.
Haciendo abstracción de las verdaderas intenciones de Iturbide, centrémonos solo en los hechos.
Luego de unos pequeños descalabros iniciales de su campaña, Iturbide  se repone y logra derrotar a Guerrero, lo cual no pone fin a la insurrección, más bien la causa se inclina en favor de la insurgencia.

Quizá por esta razón, u otra que no podemos calificar, Iturbide inicia contactos con el propio Vicente Guerrerro.
El 10 de enero de 1821 Iturbide envía una carta, en términos afectuosos, a Vicente Guerrero, que éste contesta con noble arrogancia.
Los combates seguían y de algún modo había que terminarlos, al menos eso era lo que deseaban —creemos— ambas partes.
El 4 de febrero Iturbide envía otra carta a Guerrero, invitándolo a intentar la forma de dirimir el problema, tratar de resolverlo y obtener básicamente la independencia de México.
x
Juan Ruiz de Apodaca, capitán general de Cuba y virrey de la Nueva España.
Guerrero acepta celebrar la entrevista. Ambos bandos desconfiaban el uno del otro; sin embargo, ambos estaban seguros de que, para bien o para mal, se llegaría a un acuerdo.
La entrevista se realiza el 16 de febrero de 1821, en el poblado de Acatempan, donde ambos personajes se abrazan.
Este sería el famoso "Abrazo de Acatempan", un abrazo de amistad o traicionero, pero abrazo al fin.
Lo principal fue que, puestos de acuerdo, tomaban la decisión de llevar a cabo la Independencia, aceptando el general insurgente (Vicente Guerrero), con un desprendimiento que siempre le honrará (o que tal vez se le critique), que Iturbide sea el jefe poniéndose a sus órdenes.
El caso es que, juntos, presentaron, el 14 de febrero de 1821, el Plan de Iguala, en el que se proclamaban tres garantías: la independencia de México, la igualdad de derechos para españoles y criollos y, por último, la supremacía de la Iglesia Católica.
En él se establecía la absoluta independencia de México, teniendo como cabeza un gobierno monárquico gobernado o regulado por una constitución, con la religión católica, apostólica y romana, sin tolerancia de otra alguna, designándose para ocupar el trono mexicano a Fernando VII, quien en caso de no aceptar se le sustituía con quien mejor pareciese.
Evidentemente, el virrey Apodaca  rechazó el Plan y puso a Iturbide fuera de la ley, pero la mayoría de las guarniciones y de las ciudades le manifestaron su adhesión.
Rápidamente, el ejército trigarante (por que defendía las tres garantías acordadas en Iguala) pasó a dominar todo el país.
El 27 de febrero Iturbide entra triunfante a la ciudad de México al mando del Ejército Trigarante.
x
Juan O’Donojú.
Ignacio Comonfort
residente de la República. Originario de un pueblo del sur del estado de Puebla. En esa capital hizo sus estudios; en ella desempeñó puestos subalternos. En 1847 fungió como ayudante del ejército durante toda la campaña del Valle. Administrador de la Aduana de Acapulco en 1854, es cesado por Santa Anna.



IGNACIO COMONFORT (1812-1863)
IGNACIO COMONFORT 
(1812-1863)


A Comonfort se le considera –junto con el "Patriarca del sur", el general Álvarez– como el principal promotor del plan proclamado en Ayutla, y que se reformó en Acapulco el 11 de marzo de 1854. Iniciada la Revolución y cuando Santa Anna quiso tomar el puerto, Comonfort se encierra en el Castillo de San Diego hasta la retirada de las fuerzas gobiernistas. Se embarca para San Francisco, California, donde no pudo conseguir recursos. De allí pasó a Nueva York; y en esa ciudad conoce a Gregorio Ajuria, quien le prestó sesenta mil pesos, parte en dinero y parte en armas, estipulando que recibiría doscientos cincuenta mil pesos si la Revolución triunfaba (a su triunfo, Ajuria fue pagado, y arrendó la Casa de Moneda de México).

Comonfort regresó a Acapulco el 7 de diciembre de 1854 con algunos recursos, pasando después a Michoacán, con el carácter de general en jefe de las tropas de aquel estado, desde donde se internó en Jalisco para tomar la plaza de Zapotlán, y después, sin resistencia, la de Colima. En octubre de 1855 el general Álvarez, jefe de la Revolución, le nombra ministro de Guerra (10 de octubre-10 de diciembre de 1855), y con ese cargo llega a la capital de la República.

El 11 de diciembre del mismo año es electo presidente sustituto, y el 1º de diciembre de 1857 presta juramento como presidente constitucional. El 11 de diciembre de 1857 disuelve el Congreso, deja la presidencia el 21 de enero de 1858 y parte a Veracruz, en donde se embarca a Estados Unidos. En su administración sofocó la revolución de Zacapoaxtla. Todas las tropas de que podía disponer el gobierno le abandonaron y, mientras los pronunciados, a cuya cabeza estaba Antonio de Haro y Tamariz, su antiguo condiscípulo, se posesionaron de Puebla. Comonfort recluta nuevas tropas, les da armas, las instruye y en marzo de 1856 se halla en Puebla, con cerca de 16 mil hombres.

Durante el mandato de Comonfort, Miguel Lerdo de Tejada. ministro de Hacienda, promulga la Ley sobre la Desamortización de Bienes de Manos Muertas del 25 de junio de 1856, continuando la reforma civil. Combatido por progresistas y conservadores, y después de jurar la Constitución de 1857, Comonfort da el golpe de Estado que le conduce al exilio, en donde vivió todo el tiempo de la Guerra de Reforma. 

En 1861 la guerra civil de los Estados Unidos lo hace regresar a México y pedir asilo a Santiago Vidaurri, entonces gobernador de Nuevo León. Benito Juárez, al enterarse de su regreso, por conducto del Ministerio de Gobernación, pide la entrega de Comonfort para procesarlo, a lo que no accede Vidaurri. El 16 de octubre de 1863 Comonfort es nombrado general en jefe del ejército que se trataba de reorganizar para resistir la Intervención. El 8 de noviembre salió de Querétaro para San Luis Potosí en compañía de algunos oficiales; el 13 del mismo mes, camino de Celaya, fueron atacados por una guerrilla al mando de Sebastián Aguirre. Al día siguiente el cadáver de Comonfort fue conducido a Chamacuero.
Mensaje por Mictian el 7/4/2011, 3:17 am
José Ignacio Gregorio Comonfort de los Ríos 

(Amozoc, Puebla; 12 de marzo de 1812 - Chamacuero, Guanajuato; 13 de noviembre de 1863) fue un político y militar mexicano, Presidente de México entre 1855 y 1858.
Por la estrechez económica de su familia dejó sus estudios de derecho en el Colegio Carolino (hoy Universidad Autónoma de Puebla). En 1832 se alistó en el ejército al lado de Santa Anna para luchar contra el gobierno dictatorial de Anastasio Bustamante. Fue nombrado comandante militar de Tlapa, en el actual estado de Guerrero. Fue diputado al Congreso en 1842-1846 y combatió en el Valle de México en la guerra contra Estados Unidos, en 1847. Fue nuevamente diputado al Congreso en 1848 y senador hasta 1851. En 1853 fue nombrado administrador de la Aduana de Acapulco.
Junto con Juan N. Álvarez, condujo la revolución contra Santa Anna en una campaña por el sur y resistió el asedio sobre Acapulco. Luego marchó a Estados Unidos, donde obtuvo recursos de un particular para continuar la guerra.
Santa Anna, al ver lo incontenible de la revolución y que ésta se extendía por todas partes, abandonó el país el 9 de agosto de 1855 y el general Juan N. Álvarez asumió la presidencia, nombrando al general Comonfort ministro de Guerra. Como Álvarez renunció a la presidencia, el general Comonfort quedó como presidente interino.
Su administración fue el preludio de la Guerra de Reforma. El 5 de febrero de 1857 había sido promulgada la nueva Constitución, que contenía disposiciones agresivas contra las posesiones y privilegios de la Iglesia Católica. En el mes siguiente, la Iglesia amenazó con excomunión a todos aquellos individuos que la juraran, pero hacerlo era obligatorio para los militares y los miembros del gobierno. Los problemas no se hicieron esperar.
Se hicieron elecciones y el general Comonfort resultó electo presidente de la República el 1 de diciembre; en ese momento el presidente de la Suprema Corte de Justicia era Benito Juárez.
Con su ánimo conciliador, Comonfort quiso organizar un gabinete mixto —de liberales y conservadores— que se convirtió en una caja de Pandora. De ese modo el 17 de diciembre el general Félix María Zuloaga, con apoyo del propio presidente Comonfort, proclamó el Plan de Tacubaya, por el cual desconocía la Constitución. Al adherirse al plan y desconocer así la constitución que había jurado meses atrás, podría decirse que Comonfort dio un autogolpe de estado.
Zuloaga, con apoyo de las tropas de la Ciudadela, tomó control de la capital el 17 de diciembre de 1857 sin disparar un tiro. Pareció que la revolución había triunfado, pero no tardaron los ánimos en caldearse y las fuerzas en conflicto (radicales y conservadores) empezaron a velar sus armas y criticar, tanto los unos como los otros, al presidente golpista. Comonfort tomó así poderes extraordinarios, lo cual exacerbó los ánimos de ambas fuerzas: ya era repudiado por los liberales y abandonado por los conservadores.
El 11 de enero de 1858, el mismo Zuloaga regresó sobre sus pasos y demandó que se abandonara el Plan de Tacubaya. Algunos de los inconformes apoyaban al presidente Comonfort; otros al general Zuloaga, y ese mismo día hubo incluso pronunciamientos a favor de que regresara el desterrado dictador Santa Anna. El presidente Comonfort fue depuesto como presidente, y rápidamente partió a Estados Unidos.
Benito Juárez, presidente de la Suprema Corte de Justicia, asumió el poder el 15 de enero como presidente interino, según mandaba la Constitución. Así comenzó la Guerra de Reforma.
En 1863, Juárez aceptó su ofrecimiento de incorporarse a la lucha contra los invasores franceses y Comonfort regresó al país nombrándosele comandante del llamado Ejército del Centro.
El día 8 de mayo de 1863 el Ejército del Centro fue derrotado por el ejército francés en la Batalla de San Lorenzo (México), obligando a sus divisiones a replegarse hacia Tlaxcala.
Comonfort se hizo cargo de proteger Santiago de Querétaro, pero un día, de camino a Celaya, fue atacado por una horda de bandidos en Chamácuaro. Fue herido de muerte el 13 de noviembre de 1863, y murió mientras era trasladado a Celaya.

ze> � p ; �0 ��) ly:"Arial","sans-serif"; color:black;mso-ansi-language:ES-MX;mso-fareast-language:ES-MX'>Sostuvo frecuentemente a su tropa con sus propios recursos; logró despertar la iniciativa privada para la defensa de las localidades en campañas locales y foráneas; se preocupó para la educación y valorización de las hazañas de sus soldados.
x
Virrey Félix María Calleja del Rey.
En 1816 fue retirado del Bajío después de que el virrey le ordenara responder a varios cargos que incluían el uso del mando para crear monopolios comerciales, saquear propiedad privada y malversar fondos.
Las quejas, sin embargo, provenían de simpatizantes de la insurgencia.
Al año siguiente fue absuelto de todos los cargos gracias al apoyo del auditor de guerra, Miguel Bataller.
Distinguido e inescrupuloso
Agustín de Iturbide era una persona de muy buen porte, buen jinete, un hombre valiente y de modales distinguidos. Simultáneamente,  era una persona sin escrúpulos, frío, ciego al actuar, casi un intolerable dictador que –según algunos-  odiaba a los insurgentes.
Pese a haber sido destituido del mando militar, y quizás por sus actitudes déspotas, crueles y despiadadas se le consideró apropiado para dirigir las fuerzas militares en 1821, cuando los conspiradores deLa Profesa se pusieron de acuerdo para separar a la Nueva España de la metrópoli (la ciudad de México) y ofrecerle el trono a Fernando VII para que gobernase México en forma absolutista.
Se necesitaban un buen contingente militar, un buen ejército, bajo las órdenes de un jefe de prestigio, por lo que el virrey Juan Ruiz de Apodaca no vaciló en proponer a Iturbide, lo cual fue inmediatamente aceptado por los conjurados.
De esta manera, con treinta y siete años, fue nombrado comandante general del Sur y se le encomendó la tarea de sofocar los restos de la insurrección.
x
Vicente Guerrero.
Vicente Guerrero, antiguo lugarteniente de Morelos, era el único que continuaba en la lucha que había iniciado el cura Hidalgo.
Si bien el plan de los conjurados de La Profesa pretendía independizar a México y entregárselo a Fernando VII, el análisis de algunos historiadores concluye que Iturbide tenía su propio plan.  
Según esta tesis, Iturbide era muy astuto y quería sacar provecho de todo lo que se le presentase. Si antes estuvo con los realistas, bien podía estar ahora con los insurgentes independentistas.
Haciendo abstracción de las verdaderas intenciones de Iturbide, centrémonos solo en los hechos.
Luego de unos pequeños descalabros iniciales de su campaña, Iturbide  se repone y logra derrotar a Guerrero, lo cual no pone fin a la insurrección, más bien la causa se inclina en favor de la insurgencia.

Quizá por esta razón, u otra que no podemos calificar, Iturbide inicia contactos con el propio Vicente Guerrerro.
El 10 de enero de 1821 Iturbide envía una carta, en términos afectuosos, a Vicente Guerrero, que éste contesta con noble arrogancia.
Los combates seguían y de algún modo había que terminarlos, al menos eso era lo que deseaban —creemos— ambas partes.
El 4 de febrero Iturbide envía otra carta a Guerrero, invitándolo a intentar la forma de dirimir el problema, tratar de resolverlo y obtener básicamente la independencia de México.
x
Juan Ruiz de Apodaca, capitán general de Cuba y virrey de la Nueva España.
Guerrero acepta celebrar la entrevista. Ambos bandos desconfiaban el uno del otro; sin embargo, ambos estaban seguros de que, para bien o para mal, se llegaría a un acuerdo.
La entrevista se realiza el 16 de febrero de 1821, en el poblado de Acatempan, donde ambos personajes se abrazan.
Este sería el famoso "Abrazo de Acatempan", un abrazo de amistad o traicionero, pero abrazo al fin.
Lo principal fue que, puestos de acuerdo, tomaban la decisión de llevar a cabo la Independencia, aceptando el general insurgente (Vicente Guerrero), con un desprendimiento que siempre le honrará (o que tal vez se le critique), que Iturbide sea el jefe poniéndose a sus órdenes.
El caso es que, juntos, presentaron, el 14 de febrero de 1821, el Plan de Iguala, en el que se proclamaban tres garantías: la independencia de México, la igualdad de derechos para españoles y criollos y, por último, la supremacía de la Iglesia Católica.
En él se establecía la absoluta independencia de México, teniendo como cabeza un gobierno monárquico gobernado o regulado por una constitución, con la religión católica, apostólica y romana, sin tolerancia de otra alguna, designándose para ocupar el trono mexicano a Fernando VII, quien en caso de no aceptar se le sustituía con quien mejor pareciese.
Evidentemente, el virrey Apodaca  rechazó el Plan y puso a Iturbide fuera de la ley, pero la mayoría de las guarniciones y de las ciudades le manifestaron su adhesión.
Rápidamente, el ejército trigarante (por que defendía las tres garantías acordadas en Iguala) pasó a dominar todo el país.
El 27 de febrero Iturbide entra triunfante a la ciudad de México al mando del Ejército Trigarante.
x
Juan O’Donojú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario