sábado, 13 de octubre de 2012

reforma educativa de justo sierre

Reforma educativa de Justo Sierra


Para citar este artículo: Ávila, Ana Verónica, 2003, "Reforma educativa de Justo Sierra". Disponible en el ARCHIVO de Tiempo y Escritura en http://www.azc.uam.mx/publicaciones/tye/reformaeducativadejustosierra.htm

La actividad política de Justo Sierra fue intensa y diversificada durante el régimen de Porfirio Díaz. Llegó a ser historiador, maestro, periodista, tribuno, filósofo y poeta. Abogado desde 1871, había ocupado cargos importantes en el poder judicial, incluso el de Ministro de la Suprema Corte.

Interesado en la educación colaboró con Joaquín Baranda y Justino Fernández, ambos ministros del entonces Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, el primero de 1882 a 1901, y el segundo de 1901 a 1904, profesó la filosofía positivista hasta por lo menos 1910; propició la fundación del Ateneo de la Juventud a principios del siglo XX, proclamó el papel de la ciencia como factor de bienestar de pueblo. Justo Sierra tenía desde sus inicios como funcionario porfiriano la idea de la autonomía en la administración de la educación pública. (Prawda, 1988:59).
Fue hasta 1905 en que Porfirio Díaz aceptó separar del Ministerio de Justicia el ramo de la instrucción pública para hacer una nueva Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, cuya titularidad estuvo a cargo de Sierra del 1º. de julio de 1905 al 24 de marzo de 1911.
Este cambio significó para Sierra que el presidente Díaz había comprendido que la educación pública en el país era tan importante como la transformación económica. La asignación presupuestal fue mayor cada año, pero mínima comparada con lo asignado al Ministerio de Guerra, que acaparaba la cuarta parte del presupuesto total. En este año, del total de mexicanos, el 85% de la población era analfabeta. (Bazant, 1993:41)
De acuerdo con registros, para 1910, México tenía 15.2 millones de habitantes, el 71 por ciento vivía en zonas rurales; el 58 por ciento tenía 14 años o menos, y 81.5 por ciento de la población adulta era analfabeta. (Prawda, 1988:59)
Al hacerse cargo del ministerio, Sierra se propuso realizar dos cosas: la primera, consistía en transformar la escuela primaria, de simplemente instructiva, en esencialmente educativa con la participación directa del Estado, en un organismo destinado, no a enseñar a leer, escribir y contar, como se pretendía antes, sino a pensar, a sentir y a desarrollar en el niño al hombre. La segunda era la de organizar los estudios superiores.(Castillo, 2002: 14)
En la ley de 1908 se promulgó de una manera más concreta y fundamentada su pensamiento educativo y con ella pretendía alcanzar el primero de sus objetivos: la idea de que la educación oficial sería esencialmente educativa; la instrucción se consideraría como medio de educación, y declaraba obligatoria la educación primaria. (Prawda, 1988: 61)
El argumento empleado por Sierra para justificar la transformación a una escuela primaria educativa con la participación del Estado, fue “...el estado debe encargarse de buscar en el niño al hombre físico, moral e intelectual, debe procurar el desarrollo armónico de sus facultades, de estos tres modos de ser, y añadir otro, el modo estético, es decir, educar la facultad de concebir lo bello y formar el gusto”. (Sierra, 1985 a:25)
En este programa se buscaba principalmente desarrollar en los educandos el amor a la patria, a sus instituciones y contribuir al progreso del país. El perfeccionamiento de sus habitantes sería integral, es decir, tendería a producir simultáneamente el desenvolvimiento moral, físico, intelectual y estético de los escolares. Además la educación debería ser laica, absteniéndose de enseñar, defender, o atacar ninguna de las religiones y, además, sería gratuita. (Prawda, 1988:61)
La gran obra moral de la escuela laica consiste en inculcar la verdad, infundiendo en la niñez los hábitos de amor a la verdad que son, la clave de toda educación moral. En el artículo 4º. de la Ley de 1908 se incluyen preceptos que pueden llamarse de orden pedagógico.
El maestro Justo Sierra, consideraba que la educación moral ayudaría a la formación del carácter por medio de la obediencia y disciplina, así como por el constante y racional ejercicio de sentimientos, resoluciones y actos encaminados a producir el respeto a sí mismo y el amor a la familia, a la escuela, a la patria y a los demás. La educación física, obtenida por las medidas de profilaxis indispensable, los ejercicios corporales apropiados y  por la formación de hábitos de higiene. La cultura intelectual, el que se alcanzará por el ejercicio gradual y metódico de los sentimientos y la atención, el desarrollo del lenguaje, la disciplina de la imaginación y la progresiva aproximación a la exactitud del juicio. Y por último, la educación estética, que se efectuará promoviendo la iniciación del buen gusto y proporcionando  los educandos nociones de arte adecuadas a su edad. (Bazant, 1993:43)
Justo Sierra consideraba que era imprescindible que la educación fuera laica, conforme su declaración:
estamos obligados a no herir esta delicadísima fibra del corazón humano, que se llama el amor por la fe que se profesa, y que es precisamente la que pulsa la Iglesia para mantener vivo, sin lograrlo, por fortuna, el odio de la mayoría de la población de la República hacia nuestras libres instituciones... Toca al escritor, al filósofo, el historiador, combatir la doctrina con la doctrina y denunciar y refutar las ideas que desde la cátedra católica niegan la legitimidad de cuanto constituye las condiciones de vida de la sociedad actual. Pero esto no lo puede hacer el Estado, no puede convertirse en sectario, porque representa la totalidad nacional y de lo contrario rebajaría su papel al nivel de los odios religiosos y su misión de justicia quedaría fundamentalmente adulterada por esta suerte. En cambio debe no sólo reprimir, sino prevenir el mal y combatir resueltamente, y para ello es la escuela un instrumento maravilloso, cuando a transformar a las generaciones venideras en enemigas de las teorías sobre las que se basan la sociedad y el estado mismo. (Sierra, 1985b:23)
También reformó a siete los años de escolaridad, es decir, cinco para la educación primaria elemental y dos años de educación primaria superior. Esto motivado por las diferentes circunstancias sociales prevalecientes en la época en el país, lo que en muchas ocasiones originaba que la mitad de la población usuaria únicamente cursara algunos primeros años, por lo que las materias eran las mismas que las de la primaria elemental sólo que vistas con mayor amplitud.
Al respecto declaró: “Un niño no educado no puede ser un buen mexicano. La educación de cuatro a cinco años comprende al niño de seis a catorce años. La educación primaria elemental para llegar a su completo desarrollo, necesitará cinco años en vez de cuatro”. (Sierra , 1985 a: 23)
En el artículo 5º. de la Ley de 1908 se intenta alejar al niño del campo de lo abstracto. Primero por el abstracto y después por el terreno de lo concreto. “Es necesario que vea los objetos, que palpe las cosas, que conozca las cosas, que conozca la naturaleza en sus funciones más sensibles, para  poder llegar después a la concepción de las ideas generales, que propiamente se llaman ideas abstractas y que se llaman así porque abstraen de las cosas las ideas”. (Sierra, 1985 a: 28)
Como parte de las innovaciones que trajo esta reforma educativa se enlistan a continuación las siguientes:
1.      La enseñanza obligatoria de los trabajos manuales. Justo Sierra consideraba que “El     trabajo manual ha sido considerado, como un medio especial de fomentar en el niño aptitudes y facultades especiales que, desarrollando su destreza manual, desarrollan su destreza óptica, y contribuyen también a facilitar la formación de sus ideas, cultivando en él las aptitudes de invención y creación que constituyen un modo importantísimo del desarrollo intelectual”.
2.      En cuanto a la economía política, los elementos de teneduría de libros y las nociones de topografía fueron suprimidas. Además, implantó el uso del libro de texto basados con la ideología del contenido científico en la educación. Fue autor del texto “Historia patria” para primaria e “Historia General” para preparatoria. (Bazant, 1993: 45)
3.      El impulso a las escuelas de adultos, es decir, de los niños que han pasado ya de la edad escolar, o de los hombres que forman parte de las clases obreras, y que no han podido recibir la educación elemental primaria o no han podido completarla. Aunque ya existían eran necesario transformarlas, porque se quiere la educación del obrero como se quiere la educación del niño: (Sierra, 1985 a: 43)
4.      Fundación de las escuelas para niños deficientes, niños que no pueden llegar al mismo tiempo de que los otros a un desarrollo suficiente para poder aprovechar de los elementos educativos. Problema de especial estudio por alemanes y de Estados Unidos, en el que una vez que el niño ha recibido el trato y enseñanza especial, deberá ser reintegrado a las escuelas normales. (Sierra, 1985 a:43)
5.      La obligatoriedad de la instrucción primaria. Quedando como encargada de su cumplimiento a la autoridad política. Sierra consideraba que la capital del país era la zona más difícil de hacer cumplir la ley, porque en ella había mayor cantidad de recursos para eludir la obligación.
Por otra parte, en abril de 1910 se promulga la Ley Constitutiva de la Escuela Nacional de Altos Estudios, perfeccionando en ella los estudios que se hicieran en las escuelas nacionales preparatorias y en las escuelas de jurisprudencia, Medicina, Ingenieros y Bellas Artes, así como desarrollar investigación científica y formar profesores para escuelas secundarias y profesional. El 22 de septiembre de ese mismo año, se inaugura la Universidad Nacional de México, proyecto prominente de Sierra, y reclamando su autonomía, pero no es hasta 1929 que le es concedida.
Sierra pensó que en una universidad de tipo moderno, una agrupación orgánica de institutos, docentes y de investigación no pretendió exhumar el tipo de universidad colonial, pero la naciente no podía tener la estructura de la otra.
En suma, se puede afirmar que el Positivismo, aunque tuvo diferentes enfoques, fue fundamental en la construcción política mexicana, una vez finalizados los tiempos de guerra y descontento social, que prevaleció durante tanto tiempo. Contribuyó con fuertes conceptos y valiosa ideología que permitió cimentar las condiciones de un cambio de vida e incluso más parcial, en todo el país.
Por otra parte, la reforma educativa tuvo tanto impulso y aprobación que es latente aún en nuestros días, y con base en ésta, mucha de la gente pobre que vive en el país, ha podido tener acceso a la escuela, aunque no se sabe, a ciencia cierta si esto sucedió porque se volvió obligatoria la instrucción, pero lo cierto es que generó una importante disminución en el analfabetismo entre la población mexicana.

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