El Sistema
Educativo Mexicano
Si bien la
educación es uno de los factores generadores de bienestar social, desarrollo e
igualdad, es por encima de cualquier cosa uno de los valores más importantes de
la humanidad. Hablar del sistema educativo mexicano, es hablar de un tema
complejo, pues en él están involucrados no solo complicados factores sociales,
caracterizados por la integración de un amplio mosaico de grupos sociales con
necesidades propias y particulares, sino que también, este sistema se ha
forjado al calor de los diferentes movimientos sociales que se han vivido en
los casi 200 años de historia independiente. Sumando a estos factores, los
necesarios y en ocasiones (por no decir la mayor partes de la veces)
incomprensibles intereses políticos y económicos de los responsables de
conducir los destinos de la educación, que recientemente han aumentado su papel
de protagónico en decremento de los auténticos intereses de la sociedad.
Todo esto
junto con las siempre abundantes omisiones históricas y de ignorancia del autor
de este texto, construyen trazo a trazo el complejo sistema educativo mexicano
que desde sus inicios ha sido concebido como un monumental retablo barroco de
estilo rococó.
Si bien el
abordaje de este tema pudiera hacerse desde muy variadas perspectivas, he
decido por conveniencia intelectual y de capacidad, el hacer un recuento
histórico de cómo se ha ido construyendo el sistema educativo mexicano dejando
siempre dentro del campo de visión del culto lector la posibilidad de encontrar
un sin fin de anécdotas y hechos históricos no recopilados en este texto y que
bien pueden ayudar a entender el momento que vive hoy en día la educación en
México y sus instituciones educativas. (Ambicioso propósito, pero posible,
gracias al enriquecimiento que como resultado de la discusión de lo relatado,
tenga a bien hacer cada lector).
Educación precolombina y periodo colonial.
El sistema
educativo mexicano, tiene un origen profundamente complejo, desde los
antecedentes prehispánicos en los cuales el Calmecac y el Tepochcalli fungían
como los principales recintos de educación “formal” de los pueblos sometidos
por el régimen Mexica; cabe señalar que este sistema no era exclusivo de estos
pueblos, ya que se sabe el modelo era compartido por casi todos los pueblos
mesoamericanos.
Para los
pueblos mesoamericanos era claro que toda su población debía recibir un mínimo
de instrucción, así había escuelas para las clases altas de la sociedad y
escuelas para los sectores populares. Los principales rubros a cubrir por parte
de estas sociedades incluían el aspecto militar, religioso y productivo,
dejando los estudios más avanzados y especializados a los sectores sociales
encargados de gobernar.
Durante la
colonia, el sistema de educación de los pobladores de la Nueva España, distinguía
distintos tipos de educación:
·
La evangelizadora: la más importante desde el punto de vista de los propósitos trazados
para justificar la expedición y conquista de los nuevos territorios y es
importante mencionar que idealmente estaba dirigida a todos los grupos
sociales.
·
Artes y oficios: en este rubro se preparaba a maestros artesanos capaces de cubrir las
demandas de producción secundaria primordiales para el buen funcionamiento de
las comunidades. (peleteros, talabarteros, zapateros, herreros, etc.). Cabe
señalar que primordialmente este tipo de entrenamiento estaba dirigido a
segmentos poblacionales medios y bajos.
·
Seminarios: enfocada a la formación de clérigos, representantes de la iglesia en
los nuevos territorios. Aún cuando en teoría esta comunidad estaba integrada a
partir de pobladores de todos los segmentos sociales los que provenían de los
sectores más ricos y políticamente influyentes accedían preferentemente a los
puestos de influencia política de la iglesia.
·
Universitaria: este rubro de educación estaba dirigido casi en exclusiva a los
estratos altos de la sociedad novohispana y marginaba a los segmentos
poblaciones más pobres.
·
Femenina: Al igual que la educación universitaria, este tipo de educación estaba
dirigida a las mujeres de los grupos sociales privilegiados y en términos
generales fue la que menos interés tenía de parte de las autoridades y en
consecuencia su desarrollo fue casi nulo.
Aun cuando
la educación estaba perfectamente dividida en los rubros necesarios para el
buen funcionamiento de la sociedad del momento, la verdad es que la mayor parte
de las funciones educativas tanto en cantidad como en importancia recaían en
los diferentes grupos religiosos presentes en la época. El papel de las
autoridades responsables de vigilar los intereses políticos y económicos de la
corona española se limitaban básicamente a avalar los esfuerzos educativos
realizados por los clérigos.
En un inicio
la orden Franciscana fue la responsable de adoctrinar a los pueblos
conquistados dentro de un sistema que les permitía, por un lado aprender el
español y convertirse al catolicismo, y por otro el volverse agentes
adoctrinadores; lo que hizo que el proceso de evangelización ocurriera de
manera pronta y eficiente.
Si bien, los
Franciscanos fueron los responsables de introducir el sistema educativo
español, y lo adaptaron a las necesidades del Nuevo Mundo, fueron finalmente
los Jesuitas los que obtuvieron el mayor poder político e ideológico en el
periodo colonial y postcolonial. Este periodo de influencia terminó con el
establecimiento de las leyes de reforma y la incautación de los bienes a la
iglesia.
A pesar del
crecimiento político y económico de los nuevos territorios hubo rubros
educativos que no se desarrollaron al ritmo que la sociedad demandaba, como es
el caso de la educación de las mujeres y de los jóvenes de clases inferiores
(desde el punto de vista económico) lo que hizo que el poder educativo recayera
principalmente en las instituciones religiosas y que en su gran mayoría
distaban de proporcionar educación gratuita, lo que finalmente marginaba a
grandes sectores de la sociedad.
Durante el
periodo colonial, el sistema educativo predominante se caracterizaba por ser un
sistema rígido, discriminativo y clasista, fundamentado en la filosofía de la
religión católica y en el cual no se contemplaba al rubro educativo como un
aspecto determinante en el desarrollo social; pues como es claro la corona
española tenía a los intereses económicos como un asunto prioritario.
La independencia y el sistema educativo mexicano
En el
periodo post independentista, el sistema educativo no cambio
significativamente, las dificultades que enfrentaba la recién establecida
nación mexicana fueron un factor definitivo en el estancamiento al momento de
proponer, establecer y desarrollar un sistema educativo nacional.
La corriente
liberal que habían accedido al poder una vez concluido el movimiento que dio
independencia al país, propuso en 1833 una reforma liberal que proponía
suprimir la participación de la iglesia en la educación, propuesta que no fue
bien vista por los sectores conservadores de la población y como consecuencia
esta idea se abandonó al año siguiente.
Durante este
periodo la educación en México sufrió un severo estancamiento pues el
desarrollo de las instituciones nacientes se vio relegado por los intereses
político-militares emanados de los diferentes conflictos armados que se
vivieron en la segunda mitad del siglo XIX.
El primer
cambio radical que sufrió el sistema educativo del México independiente se
consolidó hasta 1867 cuando se promulgó la Ley Orgánica de Instrucción Pública,
durante los inicios del gobierno de Benito Juárez. Los aspectos a destacar de
esta ley se enlistan a continuación:
Se otorgó el
carácter de gratuidad y obligatoriedad a la educación primaria (lo cual abrió
por primera vez la educación a los sectores más pobres de la población)
Se creó la
Escuela de Estudios Preparatorios (institución educativa fundamentada en la
corriente positivista), la cual tiene como encomienda el dotar de una base
homogénea de conocimientos a los aspirantes a la educación profesional.
En resumen,
esta ley fue la primera propuesta unificadora de la educación, concebido en el
nuevo gobierno liberal, excluyendo a la religión de los planes de estudio y otorgando
el carácter de laica a la educación ofertada por las instituciones oficiales;
sin embargo las bondades de esta ley solo aplicaban en lo que refería a los
territorios considerados federales incluyendo la capital del país, pero esta
primera ley tuvo un gran impacto al momento de redactar las correspondientes
leyes de educación en los diferentes estados de la República Mexicana.
A partir de
la ley de 1867 en materia de educación, la infraestructura educativa contó con
4 570 escuelas en 1870, contrastando con las 2 424 que existían en 1857. Sin
embargo el reto educativo seguía caminos sinuosos, ya que según estadísticas
solamente el 19,4% de la población infantil asistía a alguna escuela.
Durante el
porfiriato, el sistema educativo mexicano sufrió los embates de un gobierno
centralista, el cual restaba capacidad de desarrollo a las instituciones
educativas estatales por falta de financiamiento y la ausencia de una política
nacional que fomentara el crecimiento y consolidación de un sistema
auténticamente nacional.
Durante la
gestión de Joaquín Baranda como Ministro de Justicia e Instrucción Pública se
logró consolidar un proyecto “nacional”, el cual estableció la creación de
cuatro escuelas normales que se sumaron a cuatro ya existentes y que se
ubicaban en diferentes estados del país; destacando la Escuela Normal Nacional
que desde sus inicios tuvo la facultad exclusiva de otorgar títulos para la
enseñanza. Si bien durante este periodo hubo un evidente crecimiento y
mejoramiento del sistema educativo “nacional”, el desarrollo del mismo en un
gobierno centralista y la poca penetración de las modificaciones en los
estados, contribuyó muy poco a dar el carácter auténticamente nacional a los
programas desarrollados, pues como en el caso de la ley liberal de educación de
1867 solo aplicó en los territorio federales y la capital de país. Con este
hecho, se beneficia nuevamente a solo un sector de la población, diezmando la
capacidad de desarrollo de los estados y se ignora nuevamente a la educación
como un factor desencadenante de desarrollo e igualdad social (aunque es
importante señalar que ese no era uno de los objetivos que se había trazado el
gobierno de Porfirio Díaz).
Con la
llegada de Justo Sierra a la Subsecretaria de Instrucción Pública se plantea la
necesidad reorganizar a las instituciones existentes y crear nuevas, con la
idea de unificar el sistema educativo y expandirlo a todos los sectores de la
sociedad y elevar el nivel escolar de la población mexicana. Como resultado de
esta ardua labor Sierra crea la Secretaria de Instrucción Pública y Bellas
Artes en 1905 y la Universidad Nacional en 1910. Para Justo Sierra la
Universidad le correspondía “la educación nacional en sus medios superiores e
ideales, logrando la incorporación del conocimiento universal a las necesidades
nacional y con una visión nacionalista”.
A pesar de
las contribuciones de Sierra y Baranda en el periodo de gobierno de Porfirio
Díaz y sumadas a las de otros intelectuales mexicanos como el caso de Enrique
Rébsamen, Ignacio Manuel Altamirano, Ezequiel A. Chávez y José Vasconcelos el
sistema de educación nacional sufrió un nuevo periodo de estancamiento, pues se
dejó dela lado la educación básica y se privilegió a la educación
universitaria, sin que esto se reflejara en beneficios para los sectores más
pobres de la sociedad.
Durante el
gobierno de Díaz, la escolaridad de la población fue cercana al 3% anual, y el
porcentaje de escolaridad entre la población de 5 a 15 años fue del 23% al
hacer la relación población y matricula; como consecuencia de lo mismo las
poblaciones urbanas y semiurbanas fueron las principales beneficiadas por el
sistema de educación básica mediante la instalación de nuevos planteles en las
principales ciudades, dejando completamente olvidado a los habitantes del campo.
Durante este periodo se hizo evidente el desproporcional apoyo otorgado a la
educación universitaria dejando de lado el sistema básico.
La revolución armada y las nuevas responsabilidades
educativas.
Durante el
movimiento de revolución la educación en el país sufrió un escaso desarrollo
como proyecto nacional y el impulso institucional vino principalmente de parte
de los gobiernos estatales; sin embargo al finalizar este periodo en el
congreso constituyente de 1917 se dio un paso importante en la consolidación
del sistema educativo mexicano otorgando el grado constitucional al precepto
laico, gratuito y obligatorio de la educación, de la misma manera se dan
mayores facultades a los estados obligándolos a supervisar las escuelas
primarias oficiales y privadas y se prohibió a la iglesia dirigir escuela de
educación básica.
El gran
error de este congreso constituyente fue el haber suprimido a la Secretaria de
Instrucción Pública y Bellas Artes, sin asegurar el pleno funcionamiento de los
órganos de supervisión educativa de los estados los cuales en muchos casos
tuvieron que dejar de operar por falta de recursos financieros y humanos.
Este hecho
se revertió afortunadamente con la creación de la Secretaria de Educación
Pública (SEP) por José Vasconcelos, quien tenía la firme convicción de unificar
criterios de educación y utilizar a la misma para unificar a la población del
país, aceptando que su población estaba integrada por un vasto complejo
cultural, social e ideológico.
Durante este
periodo se establecieron bibliotecas comunitarias y escuelas rurales, se
editaron libros de texto gratuitos, se otorgaron desayunos gratuitos y se
impulsaron programas de alfabetización de la población; siendo la principal
contribución de Vasconcelos el trabajo educativo en el campo mexicano.
Con la
consolidación de la Universidad Nacional como la única institución que agrupaba
a diversas escuelas y colegios de educación superior y sus subsecuentes
transformaciones (desde el punto de vista administrativo) permitió que la
Universidad Nacional obtuviera la autonomía administrativa y financiera para el
pleno desarrollo de su actividades académicas y culturales, y los logros de la
Universidad permitieron que se iniciara un proceso de expansión de la educación
superior en todo el país inspirados este modelo.
Así se
crearon once universidades entre 1917 y 1948, cinco escuelas técnicas
superiores y cerca de treinta escuelas técnicas industriales y de nivel medio
superior entre 1916 y 1931; estas últimas sirvieron de base para la creación del
Instituto Politécnico Nacional durante el sexenio de Lázaro Cárdenas, mismo
gobierno que obligó a las escuelas particulares mediante modificaciones
constitucionales a seguir los programas educativos de la SEP.
Durante este
mismo periodo, se impulsó a la educación a todos niveles ampliando la oferta
educativa a todos los sectores de la población incluyendo a los trabajadores
urbanos y rurales, creando centros de educación vinculados a los sectores
productivos y alentando la educación técnica, otorgando becas, creando centro
de educación tecnológica y comedores, estableciendo centros de educación
vocacional de nivel medio superior.
De igual
forma se dio un fuerte impulso al sistema educativo rural e indígena (sector de
la población históricamente olvidado) creando centros de educación indígena, y
fomentando la creación de escuelas regionales campesinas para la formar de
profesores que cubrieran la demanda de ese sector educativo; también se crearon
instituciones como el Instituto de Antropología e Historia y el Colegio de
México.
En
definitiva este es el periodo de consolidación del sistema educativo mexicano,
por primera vez en la historia se puede observar un crecimiento constante de la
matricula y de la escolaridad, aumentando el número de escuelas creadas y la
planta docente a todos los niveles.
El sistema educativo mexicano contemporáneo (o
donde perdimos el rumbo).
Históricamente
han existido diversas situaciones políticas, ideológicas, sociales, culturales,
militares y financieras que han dificultado el establecimiento de un sistema
educativo auténticamente nacional y hoy en día contamos con uno de los sistemas
educativos mas debilitados en la historia moderna.
Si bien con
la implementación de los ideales revolucionarios se enriqueció el quehacer de
las instituciones educativas mexicanas al ampliar el campo de acción de las
mismas, en los últimos 40 años el sistema educativo se ha tornado como la
encomienda provisional de políticos que ante la falta de una mejor posición
dentro del gabinete del presidente en turno, reciben como premio a sus
servicios patrióticos y encomiable lealtad, el puesto de secretario de
educación volviéndolo poderoso bastión de funcionarios incompetentes y
corruptos.
Hay que
recordar algunos de los nombres de los más “recientes” secretarios de
educación, ahondar un poco en sus trayectorias y compararlos con las biografías
y trayectorias de aquellos que construyeron y consolidaron el primer modelo
educativo mexicano exitoso; y encontraremos que los vacios personales de
políticos como Miguel González Avelar, Manuel Bartlett Díaz, Ernesto Zedillo,
Fernando Solana, José Ángel Pescador, Fausto Alzati, Miguel Limón Rojas, Reyes
Taméz Guerra, Josefina Vázquez Mota y el recientemente nombrado Alonso Lujambio
han generado y están gestando (esto ultimo por Lujambio) grandes vacios
institucionales por ser personas que distan de poseer la trayectoria y la
preparación que requiere el responsable de las políticas educativas de un país.
El cáncer (y
aplica pues se trata de un mal que se genero focalmente en el seno de un
sistema y terminó por hacer metástasis) de nuestro sistema educativo radica en
algunos puntos como entregar el cargo de secretario de educación a gente
políticamente incompententes y con una clara incapacidad para desmantelar el oprobioso
y empobrecedor sistema de relación institucional entre la SEP y el SNTE que
solo permite adquirir poder político a razón de 60 millones de dólares anuales
por cuotas sindicales, con influencia para crear un partido político (Nueva
Alianza)para atar de manos a presidentes y dirigentes de otros partidos (ya no
digamos secretarios de educación), para designar (fuera de cámaras) a
directores de la lotería nacional (que ahora son investigados por ser
sospechosos de cometer algunos delitos) y del ISSSTE entre otras cosas.
El favorecer
el sistema clientelar para la asignación de plazas docentes, los malos salarios
de profesores, el establecer la eficiencia terminal como un parámetro de éxito
del trabajo educativo sin importar el aprovechamiento de los alumnos, la
disminución constante en inversión del gobierno federal en educación e
infraestructura educativa (para incremento y mantenimiento de la misma), la
falta de calidad en contenido de libros de texto, la supresión o disminución de
horas clase de algunas materias de algunos grados de los niveles de educación
básica (temporalmente o actualmente vigentes) como civismo, física,
matemáticas, biología, química, la intervención de organismos calificadores
particulares con cuestionados criterios de evaluación de la educación
(CENEVAL), la constantes campañas de desprestigio en contra de la educación
pública de nivel medio superior y superior y la existencia de un modelo
económico administrativo que se encarga de otorgar los apoyos económicos y
dádivas salariales a los investigadores del país y a sus proyectos (y sin
mencionar a sus estudiantes de posgrado) han terminado sofocar la confianza y
desarrollo no solo de los rubros educativos del país y también la generación de
conocimiento, y recursos humanos altamente calificados que permitan desarrollar
ciencia de calidad y en grandes cantidades y por supuesto tenemos como
consecuencia el pobre desarrollo de tecnología propia.
Esto es
consecuencia de los dos grandes cacicazgos consecutivos al interior del SNTE,
Carlos Jonguitud Barrios (1974-1989) y Elba Esther Gordillo (1989-¿?) y sumados
a la ineptitud de los secretarios de educación pública (sé que es reiterativo
pero no es personal), han terminado por anquilosar un sistema que debe ser
dinámico, propositivo, conciliador; retomando y reencauzando los ideales
educativos de los pensadores, intelectuales y profesores que han participado en
diferentes etapas en la construcción de una institución y su infraestructura
que tiene como responsabilidad el dirigir las políticas educativas sin que
estén de por medio el interés particular de líderes y políticos que se sujetan
a lo económico y el poder. Los intereses políticos han impuesto al sistema de
educación directrices concebidas en organismos internacionales que fundamentan sus
criterios educativos en modelos económicos y políticos que distan de la
realidad mexicana, y que hoy en día por los sucesos que acontecen dichos
modelos se encuentran en una profunda crisis.
Como hoy
sabemos, en las últimas décadas la generación de conocimiento se ha
revolucionado, el surgimiento de nuevas necesidades como resultado de los
avances tecnológicos, lo que obliga a tener un sistema educativo integrado por
instituciones, autoridades y recursos humanos dinámicos que asuman sus
obligaciones lejos de los intereses de particulares y de sindicatos, y que vean
la realidad de una sociedad y gobierno sumidos en un proceso de globalización
donde la demanda educativa se incrementa que invite y motive la inversión en
infraestructura, acerque nuevamente a educadores, pedagogos, intelectuales, al
rediseño y construcción de nuevas directrices educativas.
Referencias
·
El Sistema Educativo Nacional y su Contexto (INEE,
2006).
·
Guerrero-Araiza C., de la Cera-Alonso S. y
Álvarez-Mendiola G. (1994) Informe OEI-Secretaria.
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